El megaestadio que nunca fue: 60 años después, la Ciudad Deportiva de Boca es un barrio privado

Boca Juniors imaginó un estadio para 140.000 personas, parques y 11 islas deportivas. El tiempo, la falta de recursos y los vaivenes del país lo transformaron en otra historia: viviendas y oficinas de lujo.

Lo que en los años 60 se presentó como un ambicioso proyecto para transformar a Boca Juniors en el club social y deportivo más grande del país, terminó seis décadas después en un emprendimiento privado de viviendas, oficinas y parques a cargo de IRSA, la empresa de Eduardo Elsztain.

La historia comenzó en 1965, cuando el gobierno de Arturo Illia otorgó al club xeneize 40 hectáreas ganadas al Río de la Plata para levantar la llamada Ciudad Deportiva. El entonces presidente boquense, Alberto J. Armando, imaginaba un complejo con estadios, canchas, pileta, confiterías, parques e incluso una torre de 160 metros.

“Boca ha emprendido esta obra, para dejar de ser solamente un gran club de fútbol, y transformarse en una institución sociodeportiva de envergadura”, aseguraba.

Un sueño interrumpido

El 25 de mayo de 1975 quedó marcado como un día de quiebre. En medio de la crisis social que desembocó en el Rodrigazo, la construcción del nuevo estadio —que debía reemplazar a la Bombonera y alojar a 140.000 personas— quedó paralizada en apenas una pequeña tribuna de 30 metros por 8 escalones. La falta de fondos, el conflicto político entre Armando y José López Rega y la crisis económica nacional sellaron el inicio del declive.

Con el tiempo, el predio quedó cubierto de yuyos, óxido y abandono. A pesar de que en 1979 el intendente de facto Osvaldo Cacciatore extendió plazos y flexibilizó obligaciones, el proyecto ya estaba condenado. En 1982, Boca recibió la posesión definitiva de 60 hectáreas, 20 más de lo previsto, aunque lo único tangible era un esqueleto de obra y terrenos ganados al río.

Del deporte al negocio

Durante los años 80, la isla se alquiló a la Cámara de Comercio Argentino-Soviética, que montó un centro de exposiciones de productos de la URSS. También funcionaron instalaciones recreativas, un parque de diversiones y una confitería con cúpula que llegó a ser moderna para la época.

El giro definitivo llegó en 1989, cuando el Congreso autorizó que los terrenos pudieran destinarse a usos turísticos, hoteleros, comerciales o habitacionales, y habilitó al club a venderlos. La muerte de Armando en 1990 simbolizó el final del proyecto que había bautizado con el lema “Fe y Trabajo”.

La Ciudad Deportiva de Boca había nacido en realidad en 1947, con intentos fallidos de expandir el club más allá de la Bombonera. Recién en los 60, con la idea del ingeniero José Luis Del Pini y el empuje político de Reynaldo Elena, se logró la ley que otorgaba tierras en Costanera Sur. Miles de camiones rellenaron el río y el proyecto llegó a imaginarse como una “Venecia argentina”, con 11 islas conectadas por canales.

Sin embargo, la economía, la política y la falta de recursos lo fueron apagando. Hoy, esas tierras se convirtieron en parte de Puerto Madero y serán escenario de un nuevo megaproyecto inmobiliario que nada tiene que ver con aquel sueño deportivo.

El legado es paradójico: lo que nació como la gran apuesta para que Boca dejara de ser solo un club de fútbol terminó siendo un negocio urbano que cambió para siempre el mapa de la Costanera Sur.

Fuente: Medios.

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