Un importante derrumbe registrado esta semana en Las Grutas volvió a encender las alarmas sobre los peligros que representan los acantilados durante la temporada de calor. El desprendimiento ocurrió el lunes, en un día de temperaturas elevadas, en el sector comprendido entre la bajada de Los Acantilados y La Rinconada. A pesar de que varios turistas presenciaron la escena, no se registraron personas heridas.
Las autoridades locales explicaron que, si bien el municipio había iniciado un operativo de derrumbe controlado para reducir riesgos, las mareas extraordinarias del fin de semana habrían debilitado la estructura natural, favoreciendo la caída del material.
El episodio reactivó las advertencias de los organismos de control, que pidieron a residentes y visitantes extremar precauciones, especialmente en zonas donde las formaciones rocosas presentan mayor desgaste. Entre las recomendaciones oficiales figuran:
- Mantener distancia tanto del borde superior como de la base de los acantilados.
- Caminar por la playa respetando una separación prudente respecto de las paredes de roca.
- Seguir las indicaciones de guardavidas y guardas ambientales en áreas señalizadas.
Un fenómeno natural, pero riesgoso
Para especialistas, estos eventos no son inesperados. Federico Ignacio Isla, investigador superior del Conicet y presidente de la Red Latinoamericana de Erosión Costera, afirmó que los derrumbes forman parte de la dinámica natural del sector costero.
“Los derrumbes son comunes. No tanto en Las Grutas porque los acantilados son bajos, pero en la zona de Bahía Creek o la Lobería, son más altos y ahí sí tenemos derrumbes muy grandes. Es un proceso natural“, explicó.
Isla también detalló que estos desprendimientos suelen producirse cuando se combinan vientos persistentes del sur con pleamares. Recordó un antecedente significativo: “En julio de 2009 me escribieron de Las Grutas porque se habían quedado sin arena. Afortunadamente la arena no se fue a mucha profundidad y, en primavera, la playa llegó a recuperarse“, sostuvo.
Según el investigador, Las Grutas presenta una vulnerabilidad adicional por su orientación. “El problema de Las Grutas es que está orientada hacia el sur y cuando se registran 18 horas con viento del sur, hay oleaje que, a la vez, si se da con pleamar, rompe contra la base de los acantilados”, señaló.
Mientras avanza la temporada turística, el nuevo derrumbe funciona como recordatorio de que disfrutar del mar y la playa implica también respetar los límites naturales del paisaje para evitar accidentes.
Fuente: Medios.

