El precio del asado volvió a encender las alarmas en la economía doméstica tras registrar en noviembre un aumento que rompió con la tendencia de los últimos meses. Según los datos oficiales del INDEC, el kilo de este corte emblemático cerró el mes en $13.304, casi $2.000 más que en octubre, cuando se ubicaba en $11.775. La suba mensual fue del 13%, un salto muy por encima de la inflación general, que en el mismo período alcanzó apenas el 2,5%.
El contraste entre el comportamiento del asado y el Índice de Precios al Consumidor volvió a poner bajo la lupa al mercado de la carne vacuna. Mientras el promedio de precios avanzó de manera moderada, el asado multiplicó por cinco el ritmo inflacionario, evidenciando una dinámica propia que se viene profundizando desde hace tiempo.
De hecho, la brecha no se limita al último mes. En la comparación interanual, el precio del asado aumentó un 85%, frente a una inflación que apenas superó el 31%. La diferencia confirma que los cortes vacunos, especialmente los de mayor consumo popular, atravesaron un proceso de encarecimiento muy superior al del resto de los bienes y servicios relevados.

Detrás de este fenómeno confluyen varios factores estructurales. Por un lado, la menor faena y la caída en los niveles de producción redujeron la oferta disponible en el mercado interno. Con menos carne circulando, cualquier nivel de demanda sostenida impacta de lleno en los precios finales.
A esto se suma la creciente orientación exportadora del sector, impulsada por valores internacionales atractivos que llevan a los frigoríficos a destinar una mayor proporción de su producción al exterior, tensionando aún más el abastecimiento local.

Otro dato que llamó la atención fue el valor del asado medido en dólares. Con el tipo de cambio oficial prácticamente estable, el kilo del corte se ubicó en torno a los 9,3 dólares, un nivel que marca una recuperación significativa respecto de meses anteriores. La estabilidad cambiaria dejó al descubierto que el ajuste fue real y no explicado por movimientos del dólar, sino por desequilibrios propios del mercado cárnico.
El aumento no fue exclusivo del asado. Otros cortes como la nalga, el cuadril, la paleta y la carne picada también registraron subas de dos dígitos en noviembre, confirmando que el encarecimiento alcanzó a toda la canasta de carnes. Especialistas señalan que este comportamiento suele darse en etapas de recomposición de precios, cuando la oferta se ajusta y el mercado redefine el equilibrio entre exportación y consumo interno.

A diferencia de otros momentos de fuertes aumentos, la demanda doméstica se mantuvo relativamente firme. Muchos consumidores siguen convalidando precios más altos para no resignar la presencia de carne vacuna en la mesa, lo que contribuye a sostener la escalada.
De cara a los próximos meses, los analistas advierten que, aunque hay factores estacionales en juego, también se observa un reordenamiento más profundo del sector ganadero. Si los precios internacionales continúan altos y la producción no logra expandirse, la tensión entre exportación y consumo interno seguirá presionando sobre los valores. En ese escenario, el salto de noviembre aparece menos como un episodio aislado y más como una señal de los desafíos que enfrenta el mercado de la carne en la Argentina.
Fuente: Medios.

