Figueroa anunció los cambios en su equipo de colaboradores. El armado de la estrategia neuquina en el congreso nacional y los desafíos de las reformas veraniegas.
Se acerca el medio término. La gestión de La Neuquinidad promedia su primer período de gobierno y Rolando Figueroa impulsa cambios de nombres en el gabinete. El ascenso de Leticia Esteves al ministerio de Turismo, Ambiente y recursos naturales, sumado a la designación de Tanya Bertoldi en la cartera de Infraestructura, testifican la búsqueda de un “mayor ritmo de gestión”. Más allá de las especulaciones en torno al rumbo ideológico del gobierno tras las elecciones nacionales, el mandatario neuquino sostuvo los equilibrios de una coalición amplia, pero centró sus decisiones en promocionar a las funcionarias que funcionan.
Los partidos políticos como instancias de activa participación, formación de cuadros y ámbitos naturales del debate ideológico, se rindieron ante una ciudadanía que evalúa condiciones personales, programas de gobierno y sobre todo… concreciones. Pocos saben y a casi nadie le interesa entender sobre sellos y alianzas. Las estructuras que otrora producían sentido, brindaban sensación de pertenencia y moldeaban el mapa político, son hoy apenas diligencias administrativas obligatorias para presentar en tiempo y forma los candidatos ante cada contienda electoral. Una interpretación similar se trasluce en las designaciones que el gobernador neuquino anunció para la nueva etapa. Se puede arribar al 2027 con muchos o pocos sellos adheridos. No se puede pensar el 2027 sin exhibir velocidad y rumbo acordes a las expectativas que el oficialismo supo despertar. Es la línea argumental que permite explica incluso, la incorporación de la arquitecta y urbanista María Eugenia Ferraresso como titular de la Secretaría de Obras Públicas. La referente indubitable de aquel sector azul del cuasi extinto MPN, se suma al gobierno de Figueroa bajo la misma premisa que da entidad al nuevo gabinete: la búsqueda de una gestión ágil más allá de las nostalgias partidarias.
¿Por qué no extender el argumento al congreso nacional? La negativa de Figueroa a sumarse al interbloque no-kirchnerista que promocionan los gobernadores del norte, se inscribe en una lógica similar. Las negociaciones con el gobierno nacional serán tensas, minuciosas y cargadas de detalles. Cada voto cuenta y la escasa representación que La Neuquinidad tiene en el congreso puede, sin embargo, transformarse en una sucesión de jugosas oportunidades. ¿Por qué una coalición de raigambre provincial se dejaría atrapar en el alineamiento de bloques extraños cargados de identidades políticas ajenas? Las cuentas públicas neuquinas gozan de una ecuación auspiciosa, arrojan un margen de negociación distinto y permiten la autonomía que a otras provincias les encantaría tener. De allí que Figueroa elija adherir a los reclamos federales desde un bloque autóctono en el legislativo nacional. Por otra parte, no todos los mandatarios subnacionales estarán de acuerdo en asuntos importantes, por caso, una ley de coparticipación ajustada a lo que cada provincia aporta.
El peso de la libertad recaerá sobre las legisladoras de La Neuquinidad. Serán la diputada Karina Maureira y la senadora Julieta Corroza, las encargadas de fundamentar cada voto que exija posición en el congreso. El debate en torno a las reformas laboral, tributaria y penal que Javier Milei incorporó en la agenda veraniega, darán testimonio de la capacidad que tenga el gobierno neuquino para negociar con la casa rosada. Aunque envalentonado tras los resultados electorales, el gobierno libertario necesita ampliar sus bases de sustentación y legitimar ante la generosidad de los acreedores la viabilidad del modelo económico. Ponderar los costos y los réditos políticos del nuevo paquete de reformas es una tarea fina y para nada sencilla. Será un verano de “muñeca y cintura” en el cual, cada mandatario provincial, intentará justificar ante su propia ciudadanía la conveniencia o no de respaldar a Milei en el congreso.
El plano doméstico también presenta desafíos. Las negociaciones salariales entre el gobierno provincial y los sindicatos del sector público están en plena danza. A la espera de lo que resuelvan las asambleas “horizontales” de cada organización gremial, los funcionarios al frente de las conversaciones intentan cerrar un año sin sobresaltos. Un acuerdo temprano daría señales de previsibilidad para un 2026 sin sorpresas. El desacuerdo, pondría en juego una bandera que la gestión Figueroa izó desde el inicio: la ausencia de conflictos a partir del diálogo sin rifar la austeridad en la administración. Mientras tanto, la legislatura debate un proyecto de presupuesto que podría sancionarse, a diferencia del último ejercicio, sin incluir las paritarias cerradas.
Comienza el último mes del año. Vendrán tiempos de reflexión y balances, aunque habrá que atravesar el estrés acostumbrado. Asoma una semana de tensiones que buscarán su desenlace. Ojalá, lo más parecido posible al ánimo festivo.
