INTA Bariloche: 60 años de ciencia, territorio y producción patagónica

La Estación Experimental celebró su aniversario reafirmando su rol como referente en producción ovina, forestal y agricultura familiar.

La Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bariloche cumplió 60 años y celebró seis décadas de trabajo científico y acompañamiento a los productores de la Patagonia. El organismo lleva el nombre “Doctor Grenville Morris”, en homenaje a un veterinario que recorrió campos y parajes rurales, empeñado en mejorar la producción ganadera y la calidad de vida de las familias a través de asistencia técnica.

El INTA nació en los años 50, con el objetivo de impulsar la investigación agropecuaria y aumentar la producción y las exportaciones. En un país de gran extensión, la estrategia fue instalar estaciones experimentales, institutos y agencias de extensión para llegar directamente al territorio. Bariloche fue una de esas bases, y desde entonces construyó un rol clave en la Patagonia.

Un laboratorio que cambió la producción ovina

En sus primeros años, la estación se enfocó en la producción ovina. Así nació el Laboratorio de Fibras Textiles de Origen Animal, que permitió mejorar genéticamente los rodeos, elevar la calidad de la lana y garantizar un precio más justo. En 1971 y 1973 los técnicos desarrollaron las primeras esquilas preparto en Patagonia y, en 1975, identificaron la fibra de cabra de la región como mohair, incorporándola a agendas de investigación y mejora genética.

“Cuando nació esta Estación Experimental en Bariloche, había millones de cabezas ovinas en la Patagonia. El objetivo fue apoyar esa producción a través de estudios de genética, sanidad y manejo de los recursos naturales”, sintetizó Mauro Sarasola, director del INTA Bariloche. Al momento de su creación, su área de influencia llegaba hasta Tierra del Fuego.

Diversificación y cambio de paradigma

En 1986, con el regreso de la democracia, el INTA se regionalizó y la gobernanza se descentralizó. Bariloche acotó su área a Río Negro y Neuquén, y amplió el foco: ya no solo grandes estancias, sino pequeños y medianos productores, cooperativas y comunidades rurales.

“La población objetivo se amplió. No es lo mismo trabajar con una gran estancia que con pequeños productores, que tienen otras problemáticas y necesidades”, explicó Sarasola.

Con los años, el contexto productivo se volvió más complejo: cambio climático, desertificación, erupciones volcánicas e incendios forestales obligaron al INTA a diseñar nuevas estrategias de manejo y conservación de recursos.

En los 90, tras el cierre del Instituto Forestal Nacional, el INTA tomó la agenda forestal y lanzó programas como ProHuerta, orientado a familias de bajos recursos con modelos de huertas y granjas orgánicas.

Celso Gabriel Giraudo fue director entre 1985 y 1993. Recuerda la expansión del INTA hacia la agricultura familiar, la energía alternativa y el trabajo comunitario.

“En Patagonia Norte, el 80% de los productores son pequeños. El primer modelo era más extensivo, pero empezamos a ver otras problemáticas: no solo mejorar productos, sino también la vida en el territorio, con paneles solares o invernáculos”, señaló el investigador.

También destacó el rol pionero de Morris, que en 1976 creó el programa radial “El INTA en la Patagonia” por LU8 Radio Bariloche, para transmitir tecnologías y novedades productivas a las familias rurales.

Una red científica sobre 17 millones de hectáreas

Hoy, la Estación Experimental Bariloche abarca 17 millones de hectáreas y cuenta con 10 dependencias: laboratorios e investigación en Bariloche, y agencias de extensión en Chos Malal, Picún Leufú, Zapala y San Martín de los Andes (Neuquén); y Bariloche, Ing. Jacobacci, El Bolsón y Los Menucos (Río Negro).

Son unos 100 profesionales, técnicos y personal de apoyo, más otros 50 investigadores y becarios en articulación con Conicet.

El organismo trabaja sobre producción ovina, caprina, bovina y aviar; huertas y frutas finas; recursos naturales y producción forestal. También articula con provincias y municipios para implementar políticas públicas. Un ejemplo es el Programa Mohair, creado en 1998 para mejorar la fibra de cabras de angora y su comercialización.

Investigación, extensión y futuro

Giraudo plantea una idea que resume la identidad de la institución:

“El sistema INTA solo funciona si se articulan la investigación, el trabajo en campo y las agencias de extensión. Si se desconecta, se pierde el sentido”.

Después de seis décadas, la Estación Experimental Bariloche sigue siendo un puente entre el conocimiento científico y la vida rural, con la misma premisa que impulsó a Morris: ir al territorio, escuchar, investigar y devolver soluciones concretas a quienes producen en la Patagonia.

Fuente: Medios.

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