El flamante ministro Diego Santilli visitó Neuquén. El margen relativo de la provincia ante las necesidades libertarias en el congreso. La visita de Horacio Marín suma buenas noticias para la infraestructura del Alto Neuquén.
Dos hechos marcaron la agenda política neuquina. La visita del flamante ministro del interior Diego Santilli y la presencia del presidente de YPF Horacio Marín. Por motivos diferentes los dos dirigentes nacionales se reunieron con el gobernador Rolando Figueroa.
El presidente Javier Milei, intenta revestir con sustentabilidad política el último tramo de su mandato. La “generosidad” de la casa blanca llegó con algunas recomendaciones de esas que se parecen mucho a verdaderas exigencias: consensos que auguren la viabilidad del plan económico.
De allí que el tono de los libertarios y del propio presidente se haya tornado amable y conciliador. En la prédica oficial los gobernadores dejaron de ser “el último residuo de la casta que hay que eliminar” para transformarse en aliados estratégicos de cara a las reformas de segunda generación. Entre ellas, las reformas laboral, tributaria y penal. Junto al presupuesto 2026 serán los temas de agenda que Milei pretende tener aprobados, o por lo menos encaminados en el congreso durante las sesiones extraordinarias convocadas para enero.
¿Por qué querrían los mandatarios provinciales mimetizarse con el gobierno nacional en un debate que dividirá aguas al interior de las sociedades que gobiernan? Es el interrogante que Santilli deberá responder si quiere lograr las mayorías necesarias en el congreso. De su visita a cinco provincias, el flamante ministro acopia carpetas con pretensiones que intentará administrar al ritmo de las necesidades libertarias en el congreso.
En Neuquén, Rolando Figueroa, probado artesano político en escenarios complejos, recibió a Santilli en la residencia de gobierno y desplegó sus exigencias. El clima de la reunión solo es conocido para quienes estuvieron presentes. Las declaraciones de ambos protagonistas tras el encuentro sugieren un resultado todavía incierto. Se trata de una provincia que, con todas sus dificultades, cuenta con margen suficiente para pretender una negociación pareja y de respeto mutuo.
Aún con los vaivenes del precio internacional del barril y las arritmias de Vaca Muerta, el gobierno neuquino presentó un proyecto de presupuesto 2026 superavitario. La gestión de gobierno de La Neuquinidad no tiene motivos para ruborizarse cuando se habla de cuidado del gasto público y puede evitar incluso la necesidad de pedir a gritos clemencia financiera.
En la administración Figueroa, el ritmo de inversión pública en infraestructura contrasta con una constante disminución del gasto corriente. Dos ítems que eximen al mandatario neuquino de dar explicaciones cuando el gobierno nacional plantea la discusión sobre populismos y despilfarros.
Así las cosas, es de prever que la capeta que Santilli se llevó de Neuquén bajo el brazo, incluya más exigencias que ruegos. Una nueva ley de coparticipación, el reparto de recursos acorde a lo que cada provincia aporta y una reforma tributaria atravesada por un federalismo más real que declamativo. Neuquén ingresa así al juego del “adentro y el afuera” en el cual cada gobernador intentará maximizar beneficios frente a las necesidades libertarias en el congreso. El resultado dependerá de la precisión con la cual cada mandatario pondere su propia situación, el costo político de apoyar las reformas y el peso relativo de sus escaños en el parlamento.
La visita de Marín
Mucho más contundente y resolutivo, el encuentro de Rolando Figueroa con el presidente de YPF Horacio Marín en Chos Malal dejó buenas nuevas. Se firmó la segunda etapa de la pavimentación de la ruta provincial 7, sector Cortaderas, una obra trascendente para conectar la zona norte de la provincia con el conglomerado de la confluencia. El déficit de infraestructura heredado por la gestión provincial asciende a cuatro mil millones de dólares. Buena parte del pasivo corresponde al retraso en materia de conectividad terrestre. Desde ese diagnóstico, el gobierno neuquino insiste en acelerar el ritmo de obras que otorgarán dinamismo a zonas postergadas.
Es sencillo deducir, como exponen los interlocutores del gobierno neuquino, que el acceso rápido y seguro al interior de la provincia traerá desarrollo económico y equilibrio demográfico a una provincia que padece macrocefalia. Pavimentar las rutas provinciales es una deuda con el pasado reciente, aunque también una inversión hacia el futuro mediato. El corredor de la zona norte, incluido el paso hacia Chile augura una obviedad: el despegue económico de los pueblos del norte neuquino que esperan, hace décadas, formar parte real de las posibilidades que ofrece la provincia.
Lejos de las abstracciones y los rituales políticos acostumbrados, la relación entre Figueroa y Marín suele mostrar aquello a veces tan extraño: resultados concretos. Una relación que alimenta la gestión de ambos. El uno, desde la defensa del desarrollo de la provincia y la inclusión del interior profundo. El otro, desde el rol que la gigante petrolera cumple en el desarrollo de Vaca Muerta. El financiamiento de los nuevos 35 kilómetros de la ruta 7, aporta algo más que infraestructura. Se trata de un hecho que por singular no deja de ser significativo. Poco ruido y muchas nueces, tal vez la síntesis de lo que la ciudadanía espera, todavía, de la política argentina.







