La ballena franca austral, uno de los símbolos naturales más imponentes de la Patagonia, vuelve a ser protagonista de un avance clave para su conservación. Catalogada como Monumento Natural Nacional en Argentina, esta especie encuentra cada año, entre junio y noviembre, el refugio ideal en las aguas calmas de Península Valdés, en Chubut, donde se reproduce y cría a sus ballenatos antes de emprender su largo viaje hacia zonas de alimentación.
En 2025, los especialistas celebraron una cifra récord: se registraron alrededor de 2.100 ejemplares, un aumento del 40% respecto del año anterior. Ese crecimiento confirma el valor de más de una década de investigación impulsada por el proyecto internacional “Siguiendo Ballenas”, que utiliza transmisores satelitales de última generación para estudiar las migraciones.
En septiembre, un equipo científico navegó el Golfo Nuevo en una pequeña embarcación para colocar dispositivos satelitales a 30 ballenas francas australes, marcando el inicio de la décima temporada del proyecto. Para facilitar el seguimiento, cada animal recibió un nombre inspirado en la tabla periódica, como Neon, Einsteinium o Aluminium, y fue fotografiado para integrarlo al catálogo de fotoidentificación que ya reúne más de 5.000 ejemplares registrados desde 1971.

El monitoreo satelital brinda información inédita: comportamiento en áreas de cría, velocidad de desplazamiento, rutas migratorias y zonas clave de alimentación en todo el Atlántico Sudoccidental e incluso en mares subantárticos. Gracias a esta tecnología, fue posible documentar casos excepcionales, como el de Atenea, la primera ballena que logró unir los océanos Atlántico y Pacífico durante la temporada 2023-2024.
Este año, los datos del proyecto se integraron a Corredores Azules, una iniciativa global que unifica registros satelitales de diferentes países para mapear las rutas migratorias de las grandes ballenas del mundo.

Desde 2014, “Siguiendo Ballenas” ha logrado seguir los recorridos de 145 individuos, en un trabajo que reúne a instituciones de Argentina, Brasil, Dinamarca y Estados Unidos. Entre ellas se encuentran el Cesimar-Cenpat-Conicet, Cimas-Conicet, la Universidad Nacional del Comahue, el Instituto Aqualie, la Fundación Patagonia Natural, el Instituto de Conservación de Ballenas, NOAA y la Universidad de Washington, entre muchas más.
El proyecto cuenta con el apoyo de la Comisión Ballenera Internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores y las provincias de Chubut y Río Negro, además de recibir aportes de guías balleneros, prestadores náuticos y la comunidad de Puerto Pirámides y San Antonio Oeste.
En cada campaña, capitanes expertos permiten acercarse con cuidado a los animales para la colocación de los transmisores, que se desprenden solos luego de semanas o meses sin causarles daño. La empresa Wildlife Computers provee desde 2023 los dispositivos más avanzados, cada vez más pequeños, seguros y de mayor duración.

Un océano abierto a la ciencia
El uso de tecnología de precisión permitió reconstruir los desplazamientos que estas ballenas realizan cada año a través de miles de kilómetros. Ahora, cualquiera puede seguir esos recorridos en tiempo real: el sitio oficial www.siguiendoballenas.org muestra los viajes de las ballenas instrumentadas y permite visualizar cómo interactúan con vastas regiones del océano.
A más de una década de iniciado, el proyecto reafirma un objetivo esencial: comprender para conservar. Con más datos, mejores herramientas y creciente cooperación internacional, el seguimiento satelital se consolida como una pieza clave para proteger a una de las joyas naturales más queridas de la Patagonia.

Fuente: Medios.

